Comentario Editorial
Elevando el nivel
David Vetcher, Alejandro Palacios, Jorge Leguizamón
Revista Argentina de Cardioangiología Intervencionista 2014;(01): 0017-0018 | Doi: 10.30567/RACI/201401/0017-0018
Los autores declaran no poseer conflictos de intereses.
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Estos trabajos fueron elaborados por miembros de la Comisión de Docencia con el objetivo de contribuir al análisis sobre el papel del Colegio en la formación de nuevos especialistas y la repercusión en la práctica en la que ella se inserta.
Presentan las ideas analizadas y discutidas que sirven de base para la implementación de formas de actualización de la enseñanza.
Sabemos que nos enfrentamos al desafío que plantean estos nuevos modelos, en esta etapa y frente al futuro, en el desarrollo y superación de nuestro Colegio.
El desarrollo del Colegio está indisolublemente asociado al progreso de la Cardiología Intervencionista. Estamos avanzando hacia un estadio superior.
El CACI sufre una aceleración evolutiva por ser una especialidad altamente prestigiada, con hitos científicos, entrenados y rentables.
El Colegio ha cambiado y siempre cambiará. Hoy no es lo que fue en el principio, cuando era un embrión de proyecto. El Colegio evolucionará y se perfeccionará con el tiempo y todo el tiempo.
El concepto de programar por adelantado el comportamiento del Colegio combina una perspectiva visionaria con una orientación práctica.
Hay una flecha causal que conduce de la Universidad al Colegio. Como consecuencia, se produce una cascada de efectos de naturaleza disfuncional como es el aumento del número de cardiólogos intervencionistas por acumulación gradual, que provoca un excedente.
Es una marcha inexorable, mientras la facultad siga graduando médicos irrestrictamente, la tendencia es previsible.
Acelerar o retardar el ritmo
El concepto de limitación será siempre arbitrario, subjetivo; el término no es científico y conviene no usarlo.
Pero las posibilidades no pueden ser ilimitadas, están limitadas, legítimamente están condicionadas por las necesidades reales, y este es un argumento crucial.
Se impone estudiar la influencia de estas restricciones estructurales y adaptaciones funcionales.
El Colegio no cumple su función cuando limita estrechamente, pero defrauda cuando forma y admite profesionales más allá de las necesidades reales de nuestro país, condenando a estos a enfrentar inexistentes fuentes de trabajo, medio o laboratorios, excluyéndolos de un sistema que no puede absorber o incorporar, por saturación, su experiencia luego de tantos años de formación, y así a ver fracasar sus expectativas.
Estas no son limitaciones restrictivas, sino una tamización fundada en estrictas razones académicas y de la estructura de planificación económica presupuestaria en el sistema de salud.
Ni elitismo ni masificación
¿Cuál debiera ser la orientación? Selectiva, seleccionando según nuestra planificacion y preocuparse de la calidad.
Hay que pensar que la forma actual del Colegio está altamente adaptada, es óptima y se encuentra en un medioambiente laboral estable, hemos creado una sociedad mejor por nuestro propio esfuerzo.
Pero el cambio es inevitable al ritmo que crece la CI.
El aumento del número de cardiólogos intervencionistas es visto como una amenaza para lo establecido.
La adaptación es una suerte de ajuste óptimo a un mundo dado. Es una adaptación activa, colectiva, propia de los sujetos socializados, que se distingue de la autoconservación. Por necesidades adaptativas debemos avanzar paso a paso, de acuerdo con las necesidades y realidades de nuestro país, y evitar las vías evolutivas que podrían estar conduciendo a una plétora. Esto justifica la política de contención de matriculados. Esto tiene que ser el resultado, en el marco de referencia de una racionalización de acuerdo con las condiciones objetivas.
Nuestro problema puede entonces adoptar la forma de una pregunta acerca de la relación entre las necesidades del sistema de salud y la del número de especialistas necesarios prácticamente.
La limitación de los recursos económicos y los costes hace cada día más manifiesta la desproporción existente entre una racionalidad de lo que hoy es posible, necesario y factible y la potencial oferta en el futuro.
No somos promotores, sino que debemos prever la dirección de esta nueva aparición de cardiólogos que quieren hacer esta especialidad, que irrumpen en forma casi espontánea sin planificación alguna, para que ello no nos encuentre desprevenidos, sin respuesta ni a la zaga.
Hay que ser gradualistas, no hay más remedio; ciertamente, la formación no puede restringirse.
Esto es una planificación para seguir creciendo en las próximas décadas, con un ritmo que no sea impuesto por la espontaneidad.
Debe ser una estrategia con metas claramente definidas, con un proyecto cuidadosamente programado.
Preparando cardiólogos intervencionistas con suficiente dominio del método de los procedimientos, la investigación y un repertorio de entrenamiento en la aplicación práctica.
Como tal, tiene muchas exigencias científicas y extracientíficas (societarias), criterios más objetivos y rigurosos.
Esto puede evitar que nuestra especialidad se transforme en sobredimensionada.
¿Debemos subir la vara?
¿Qué es la vara? Es el nivel más alto posible de conocimiento y entrenamiento en el logro de la experiencia, teniendo como mira preparar una fuerza de trabajo de alta calificación, que la sociedad y la especialidad requiere.
Entonces, ¿cómo formar genuinamente el número necesario de especialistas nuevos y actuales?
Elevando los estándares, rise the bar, de acuerdo con la complejidad de esta especialidad.
Pero, ¿dónde poner la vara? Para una correcta decisión estratégica, un grupo de miembros designados por el Colegio se encargó de estudiar el tema durante más de un año y ha elaborado un anteproyecto con un conjunto de criterios técnicos y académicos que sirven de fundamento para una modalidad educativa, analizada desde la perspectiva de encontrar el nivel actual de requerimientos y necesidades y lograr la capacidad para orientar la acción con los debidos controles e intervenciones ejercidos por el Colegio.
El diseño de la currícula parte del siguiente supuesto básico: “la enseñanza/aprendizaje de la ciencia de la Cardiología Intervencionista debe estar fundada en la práctica clínica con sustento científico y supervisión profesional continua”.
La matriz de la formación de cardiólogos intervencionistas debería asentarse programáticamente en la complementariedad en interfaz con la Carrera y la Universidad.
Debemos diseñar y organizar un programa de altos estudios para la formación y capacitación teórico-práctica, que permita adquirir las competencias y habilidades características de la cardiología intervencionista y orientar hacia la especialización ocupacional, actualización del conocimiento y hacia la investigación.
Un sistema de educación de posgrado tendiente a alcanzar la capacitación y responsabilidad necesarias para desempeñarse con un elevado nivel ético y profesional implica la formación en servicio, desarrollado con una metodología específica, con programación de todas las actividades, con una tarea de dedicación exclusiva a tiempo completo, actividad asistencial programada bajo asesoramiento y supervisión constante con el objeto de formar un recurso humano capacitado con responsabilidades crecientes.
Las distintas comisiones directivas del Colegio bregaron y lograron mantener institucionalmente dentro de su estructura todas las formas académicas, científicas y gremiales, de manera que todo se desarrollara dentro del Colegio y nada quedara fuera de su alcance en lo relacionado con la especialidad.
Es responsabilidad del CACI no perder lo obtenido después de muchos años de trabajo para lograr el reconocimiento de ente único en el otorgamiento de la especialidad.
Sería grave que, por quedar a la zaga, perdiéramos este derecho logrado con justo reconocimiento por la calidad y excelencia alcanzados por el Colegio.
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